lunes, 19 de octubre de 2009

Vamos por los 52 - Día 20

Día 20
Nehemías 5:6-8

Nehemías ya había tenido oposición que lo quería obligar a parar la obra, y la había sorteado favorablemente. Y ahora se le presentaba una prueba aún más grande. Las amenazas externas no podían compararse con los problemas internos.
No lo había notado, y ahora se daba cuenta. El pueblo estaba unido en el trabajo, pero no en el corazón. Aún más, las divisiones que había entre ellos producto de las injusticias, eran aún más importantes que la reconstrucción misma. No valía de nada construir una muralla que los protegiera de los ataque externos, cuando estaban desprotegidos internamente.

Y en este momento la situación en si lo estaba probando grandemente. Su integridad como hombre y como líder estaba en juego.
El sabía que aún con las cartas de recomendación y los cargos que el rey le había dado, el necesitaba contar con el apoyo de los gobernantes y nobles (la gente poderosa de Jerusalén), porque sin ellos no iba a poder hacerlo. Reconocer la falta de rectitud que había en ellos, y tratarlo, podía ser el fin para la reconstrucción.

Esta historia la vemos diariamente a nuestro alrededor. Los poderosos se cuidan la espalda unos a otros; los gobernantes hacen la vista gorda ante los abusos de quienes tienen poder y dinero. Constantemente hay informes de quejas y abusos, pero muchas veces nadie hace nada.
Entonces lo que estaba viviendo Nehemías es lo habitual en el mundo en que vivimos.

Y aún así el hizo lo correcto. Se arriesgó a perder la reconstrucción, a ganar oposición de quienes ahora lo apoyaban, de meterse en serios problemas. Y no le importó. Hizo lo que era justo delante de Dios. Estaba indignado. No porque la gente se quejara, no por la gran protesta, sino por la falta de rectitud y compasión de estos hombres.

Hemos hablado en los devocionales anteriores de nuestros temores y de enfrentarlos, y aqui Nehemías nos expone un temor muy grande que hay en los eres humanos: el temor a otros hombres.

Muchas personas dejan de hablar la verdad, por miedo. Miedo a perder una amistad, miedo a ser rechazados, miedo a las consecuencias, miedo a estar sólo, miedo a la reacción de los demás. Y por estos miedos, nos quedamos callados.
Tal vez incluso terminamos favoreciendo a unos para quedar bien con ellos, y terminamos yendo en detrimento de otros.

Necesitamos aprender de Nehemías su sentido de integridad, justicia y rectitud a los ojos de Dios.
Lo que estaba pasando al igual que situaciones que veremos más adelante, eran los detalles invisibles que habían impedido durante 93 años que la muralla fuera reconstruida.
¿Porqué no lo habían logrado anteriormente? Por diferentes razones que hemos visto: falta de fe, de ver a Dios, de enfrentar que las murallas estaban destruidas, etc.
Pero había algo más. Interiormente, no en la apariencia sino en el corazón, ellos no estaban unidos. El pueblo obedecía a sus gobernantes y jefes en sus actitudes, más no en su corazón. Había una rebeldía silenciosa en el pueblo.

Hace algunos años atrás estuvimos en la ciudad de Bahia, en Brasil. Y allí visitamos varios lugares turísticos, entre ellos una iglesia muy hermosa. Pero había algo muy extraño y a la vez triste. Sus esculturas, que estaban llenas de arte, estaban picadas y mutiladas.
El guía turístico nos explicó que en tiempo de esclavitud, los monjes habían ordenado la construcción de esta iglesia. Y los esclavos negros obedecieron y la hicieron, pero esculpieron los ángeles con órganos sexuales y expresiones sarcásticas en sus caras. Hicieron el trabajo con una rebeldía silenciosa. Cuando los religiosos se dieron cuenta, ya no podían hacer nada, y lo único que les quedó a mano fue picar con martillos sus cuerpos y sus caras.

Estar unidos en una actividad es relativamente sencillo. Pero estar unidos de corazón es el resultado de un gran amor por Dios y un deseo profundo de ser sinceros e íntegros. Lo vemos en los trabajos, las familias, los vecinos, y la iglesia.

Hay hogares donde existe esa rebeldía silenciosa de parte del esposo, esposa, o los hijos. No se dicen nada, pero tampoco están unidos. Existe esa rebeldía silenciosa entre amigos, o vecinos. Una separación que no se ve, pero se nota.

Hoy aprendemos de Nehemías dos situaciones que exigen de nosotros valentía y rectitud: hablar cuando no estamos bien con alguien en lugar de separarnos en silencio, y tener la valentía para defender la verdad y lo que es justo, por encima de nuestros intereses y los de otros.

¿ Estás siendo sincero e íntegro en tu relación otros?
¿ Estás dispuesto a defender lo que es justo aunque traiga consecuencias negativas en tu vida ?
¿ Estás unido de corazón en tu familia, en la iglesia, con tus amigos, o hay una rebeldía silenciosa en tu manera de actuar?

Hoy es un día para remover escombros. Quitemos esas piedras que nos impiden estar unidos de corazón a los demás.


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